domingo, 26 de mayo de 2013

La llamada

Sin saber por qué ni cómo, tras toda una vida de libertad, siguiendo una llamada interior, un buen día inició el camino de regreso. Algunas veces la intuyó, pero nunca le había hecho caso. Aquella vez fue tan imperiosa que no pudo sustraerse.
Recorrió kilómetros y kilómetros atravesando todo tipo de obstáculos. Llegó al que era su irrenunciable lugar. Por fin frente a él tenía su ansiado río.
Sus raíces lo saludaron dándole la bienvenida.
¡Estaba allí, saltando nuevamente entre las piedras de su infancia! Con la mirada de adulto reconocía los profundos remansos, cada recoveco del río, las cascadas con el cantarín sonido que lo meció en la primera etapa de su vida, los desniveles con los añorados rápidos entre los que tanto jugó saltando arriba y abajo, cada piedra, cada árbol…, la tonalidad ambiental, el sabor del agua.
De repente, no supo qué le ocurría: algo lo llevaba, lo arrastraba contra su voluntad; y él, que tenía el destino grabado en cada célula de su cuerpo, en su color, en su brillante piel, pugnando por sobrevivir, comprendió que estaba llamado a ser importante. Rompería con su irremediable sino de acabar sus días en el primer tramo del río, finalizaría luchando de forma valiente, igual que había vivido. Luchó… luchó…
—Sí, seré el Campanu de este año.

Cuando lo decidió, se dejó vencer.

Mara A. Loredo

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