viernes, 18 de octubre de 2013

Vampiro literario


Las doce de la noche. La luna estaba oculta tras nubes espesas y entonces la oscuridad aterraba. El vampiro abandonó su féretro en busca de victimas que le proporcionaran alimento. Se puso su capa negra y avanzó hacia la biblioteca del gran castillo amurallado. Sus pies apenas tocaban el suelo, casi flotaba. Mostrando los colmillos marfilíneos y agudos parecía sonreír. Era un espectáculo macabro que pocos hubieran resistido. Sus ojos rojizos brillaban en la noche y lo conducían hacia sus objetivos.
Ascendió las escaleras del castillo que conducían a la biblioteca, ligero sin hacer ruido; abrió la puerta aún con la  resistencia de los goznes, buscó… la D… Dickens, ¡aquí está! Y de postre… La Dama de las Camelias; algo hay en su tos sanguinolenta que me atrapa.
Una niña rubia, pálida, con grandes ojeras esperaba a la puerta, se acercó a él, sonrió con unos colmillos que más parecían de lince, bajó el camisón dejando libre el cuello, que le ofreció :” bebe, estás desnutriéndote con tanta lectura”.
 
 Ana Trelles   
(Justas Literarias 2012)

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