miércoles, 18 de julio de 2012

Llanto por mi musa


Te conocí de niña
(tal vez era domingo)
y apoyada en la luz de la tarde
intentaba ensayar un verso.

Recuerdo que llegaste
sobre un torrente de palabras
que se hicieron caricias
al resbalar sobe mi falda.
Las sujeté fuerte entre mis manos
no se fueran a esparcir por el suelo.

Luego hubo un tiempo compartido,
empolvado de aromas confortables
en las locuaces primaveras,
y cantos que hacían latir
a los afligidos febreros.

Pero hemos anochecido.
Las palabras se han vuelto tan cansadas
que se paran en las orillas
a holgazanear entre los recuerdos,
temerosas del chantaje del tiempo.

Una extraña mañana
de luz helada
el huerto murmuró
que en la noche tus pasos
navegaban inquietos.
Y el farol desveló
que en la noche tus ojos
hilvanaban anhelos.
Al fin el eco susurró:
te habían seducido
las enaguas tan blancas de la luna.

Ahora, cuando la tarde va cayendo
vestida de una noche seductora,
Ella te cita
en la loca oscuridad de una plaza,
y su larga cabellera de nubes
la adorna con tu canto,
tu amor, tus versos.


Paloma Muro de Zaro
Publicado en la Revista Prímula (Junio 2012)

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