miércoles, 18 de julio de 2012

Orfeo


Solo, en la barra de un bar
sin nombre,  con ecos de guitarra,
vuelvo a recordar
mi bajada al infierno del hospital
donde yacías dormida,
despojada ya de tu ropa
con olor a campo,
lánguidas las manos de alabastro
y la voz callada para siempre.

Luego más noches,
más bares,
más recuerdos,
y tú, mi Eurídice, susurrándome
que camine, que no mire atrás.

Pero quiero quedarme.
Y noche tras noche,
ciego a tu mensaje,
tañer la lira
de la melancolía...


Marisa García
Publicado en la Revista Prímula (Junio 2012)

No hay comentarios:

Publicar un comentario