Me rozas y canto. Me tomas con tus manos y al tocar mi
cuerpo, una melodía surge de mis entrañas para volar al cielo libremente igual
que si las notas fueran pájaros. Me apoyo en tu hombro para que sigas
acariciándome sin descanso, para que tus manos sigan sobre mí y la canción no
se acabe nunca. Da igual que nadie me escuche, que no tenga un teatro lleno de
público, no lo necesito. Me basta con la soledad de una habitación. Para mí es
suficiente con que tú me oigas. Espero siempre ese momento del día en que te
acerques y decidas tomarme para crear la música que sólo tú sabes hacer
sonar, para sacar lo mejor de mí. El
contacto contigo me hace vibrar intensamente y sin poder evitarlo, me pongo a
cantar de alegría para todo aquel que quiera escucharme. Melodías de lugares
lejanos que aprendiste hace tiempo y que no has olvidado. Somos una pareja
indisoluble, no lo dudes.
Y cuando terminas nuestra canción y me abandonas, espero
silencioso a que vuelvas mañana y me tomes de nuevo, me saques del estuche, me
apoyes en tu hombro y vuelvas a frotar el arco contra mis cuerdas que vibrarán
con tu tacto y harán volar las notas de nuevo.
Margarita Pedrayes
(Finalista en el 1º Concurso de microrelatos eróticos de la librería La Costera de Xátiva (Valencia). Diciembre 2014)
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